sábado, 23 de enero de 2010

El nuevo marxismo "chic"

¿Quién no ha visto a un joven con una camiseta con la famosa efigie de Ernesto Guevara, o con la estrella roja representativa del marxismo internacional, o con las siglas del CCCP (acrónimo para Unión de República Socialistas Soviéticas? La mayoría de ellos al ser cuestionados sobre la propuesta ideológica flagrante que enarbolan sus pechos quedan mudos, o dan cuasi-argumentos de rebeldía, que no es más que un simulacro bien absorbido en el esquema del mundialismo. En realidad son pocos los jóvenes de “izquierda” que conocen, ya no digamos a profundidad, los conceptos básicos que promulga la iconografía marxistas copada por la industria cultural. Esto denota dos cosas, la falta de talento discursivo al interior de las filas de la izquierda joven contemporánea y, más bien, una búsqueda de prestigio social al disponer del disfraz de rebelde.


Las Universidades están invadidas por este cacareado modelo del joven rebelde, quienes creen poseer una actitud contraria a la corriente del sistema, pero que presentan síntomas “sistemistas”. Lo más rebelde que se puede hacer en la actualidad no es asumir ideologías que propongan la integración de los pueblos por procesos de mestizaje y cosmopolitismo cultural, los disidentes reales de estos tiempos somos los identitarios, sobre todo los identitarios blancos a quienes nos censuran y amedrentan desde todos los puntos de poder posibles: medios, gobierno, círculos “intelectuales”, anti-fascistas, partidos de izquierda, centro y derecha, familia, etc. Los seudo-rebeldes de izquierda marchan con una bandera que no conocen, para ellos el Che no responde a una dialéctica materialista de lucha de clases que revindica al proletariado internacional, sino a erupciones periféricas de contracultura como el indigenismo, la homosexualidad, las drogas, el feminismo, entre otros. Lejos quedó el Capital de Marx, lo de hoy es cargar en el brazo con Elena Poniatowska, traer pasamontañas, un huipil y apoyar la “revolución bolivariana” y a López Obrador.

El marxismo ha desaparecido del discurso pero se ha conservado como algo chic, de moda. Podemos decir sin problemas que el marxismo se extinguió con la estertórea y, a la vez, precipitada caída de la Unión Soviética, pero las izquierdas se encargan en resucitarlo en la imagen, incluso si al ser enfrentadas con el hecho real del modelo marxista, el comunismo estatalista, burocrático, genocida y represor se muestran horrorizadas. En realidad ya casi nadie promueve la aplicación real de los dogmas comunistas, ya tenemos suficientes hechos que demuestran su ineficacia y su naturaleza contraria a la condición humana, sin embargo, en muchos círculos juveniles, sobre todo universitarios, persisten sus fantasmas, como una broma anacrónica de mal gusto.

Volviendo a un punto anterior, no es el marxismo ortodoxo el problema, es su adherencia actual a tantos grupúsculos de destrucción sistemática de la identidad europea lo que pasma. En Europa el obrero ha caído en la indefensión ideológica por parte de la izquierda, los activistas de grupos de extrema-izquierda ya no aspiran a revindicar al trabajador en su propia tierra sino someterlo a mayor tensión promoviendo la migración extranjera y el mestizaje. Esta es la funesta lógica que impulsa a los jóvenes rojos del mundialismo: ya no existe nada que defender en el seno de la nación, en la cultura propia o en el pueblo al que se forma parte, es en el extranjero, en el negro rastafari donde existe verdadera liberación, en el indio sudamericano está encarnado el proletariado del siglo XXI.

Al integrar este seudo-marxismo con movimientos aborígenistas no europeos o pro-mestizaje consiguen una carta que exculpa a la izquierda de tantas atrocidades cometidas contra los pueblos, se cubren en la bandera del que revindica al débil, a la minoría, siendo que los marxistas en el pasado han destruido a los aborígenes auténticos ahí donde se encontraban. Pero la ilusión ha surtido efecto, la opinión pública mira a los jóvenes de izquierda como revolucionarios mientras que a los identitarios nos toca cargar con el fastidioso título de retrógrado. Pero que no se engañe nadie, que nadie se sorprenda por lo que voy a decir: los actuales seudo-comunistas son herramientas del sistema, son peones a su servicio pues apuestan por lo mismo: apertura total aún a costa de la identidad, o más bien, sobre todo a costa de la identidad.

Es chic ser de izquierda hoy, atrae respeto de la mayoría de los “intelectuales”, recibe brazos abiertos en las galerías de arte, incluso atrae un mayor número de parejas del sexo opuesto, pero no es revolucionario, ni por asomo, si la revolución consiste en destruir a la cultura y pueblo Europeo créanme que con el capitalismo salvaje tenemos.

NOVO GALLEGO

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